martes, 30 de diciembre de 2008

Caída del Jazz

De grande estrella del saxo a tocar en un antro como aquel.
Desde su época dorada habían pasado unos buenos años.
Sus contratos habían disminuido drásticamente desde aquel absurdo escándalo. Él no habría querido que saliera a la luz pero en este mundo de la comunicación si eres famoso debes renunciar a tu intimidad, a tu hacer personal, a tu vida cotidiana.
Tonny Black, nombre artístico de Antonio Sánchez, había renunciado a eso y a mucho más. Era más famoso de lo que él mismo hubiera soñado jamás. Tal prodigio no tardó en ser descubierto por uno de los grandes en la industria musical.
Su ascenso, como la espuma, no tardó en convertirse en vertiginosa caída al infierno, que es dónde su desdichosa alma descansaría para el resto de la eternidad.
Su intenso y breve paseo por el mundo del Jazz había producido 5 perfectos frutos. 5 álbumes a cual mejor de los que se habían sacado otros dos recopilatorios. En total 7 álbumes con un total de ventas de unos 20 millones de discos en todo el mundo, todo un logro teniendo en cuenta la crisis musical inducida por las descargas de internet y el pirateo continuo en las calles.
Aunque aquello suena muy lejano ya. Su realidad actual era que se encontraba casado con una mujer que no amaba, en un piso que detestaba y con un trabajo que a duras penas le daba para pasar el mes.
Se planteaba su vida día tras día, noche tras noche, local tras local, en los que tocaba por unos pocos euros. Gracias a su virtuosismo con el instrumento no le faltaba trabajo pero el descenso tan brutal de su caché no le daba más opciones que algunos garitos de mala muerte donde, ni se apreciaba el Jazz ni se apreciaba su talento por parte de los asistentes.
Esa noche había sido especialmente mala. El concierto había sido en un bar cerca de su casa. Era un habitual del bar y por norma general no solían prestar atención a la música y hablaban más alto que él tocaba. Esa noche, además de lo habitual, había estallado una pelea entre dos que iban muy pasados de grados etílicos.
En un alarde de fuerza uno de los gallitos había lanzado un botellín que, por supuesto, no fue a estrellarse contra su objetivo sino que decidió estamparse con gran estrépito, para horror de su destino, en la cabeza del gran Tonny Black.
Esto era ya el colmo, la gota que colmaba el vaso, el punto y final.
Cuando Tonny fue a tocarse en la zona donde el botellín decidió estrellarse, ya le estaba manando una buena cantidad de fluido vital de tono rojizo.
Horror! Estaba sangrando!!! El dueño del bar no tardó en estar a su lado para ver cómo se encontraba. A parte de un poco de sangre escandalosa, no tenía nada grave así que con un poco de agua y una gasa todo quedó solucionado, todo excepto su honor. No podía creerse que habiendo tocado en riguroso directo para la MTV, su carrera hubiera acabado de esa manera tan nefasta. Dicen que la fama viene y va y en Tonny esto se había cumplido a rajatabla.
Su aguante sobrepasó esa noche el límite de su paciencia.
A partir de ese día nada sería igual y además él sabía que no sería igual, sería distinto pero a peor, siempre a peor.
Ya estaba decidido, nada lo pararía esta vez. Y nada lo paró, excepto el granito del fondo del valle.
Su saxo, apoyado en la barandilla cómo si alguien lo hubiera olvidado allí, una breve noticia en algún periodicucho gratuito y una viuda, más aliviada que desconsolada, es todo lo que quedó de él. Bueno, eso y una historia triste que no tardaría en ser olvidada por la masa que antes aclamaba al gran Tonny Black.

Junec, 28.Noviembre 2008

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