¿Qué estaba haciendo con su vida?
Esta pregunta había sido para Mario una pesadilla que había venido una y otra vez a su mente.
No había sido famoso por nada ya que no había hecho absolutamente nada tan brillante como para ser recordado. No cantaba, ni siquiera lo había intentado, no fue actor, no fue mago ni bueno en las finanzas, simplemente fue un empleado más de Security & Service, una empresa dedicada al servicio de vigilancia.
Su vida transcurría entre papeles y ordenadores. Tan aburrida y monótona que él nunca había sido consciente del día en el que vivía. ¿Era viernes o sólo martes?.
Tenía que cambiar de vida, lo tenia claro. "No puedo aguantar más de este modo" había sido su frase preferida durante mucho tiempo y, aunque estaba decidido, había dejado pasar el tiempo sin haber hecho nada. Esto había sido algo que le ponía furioso, a la vez que le había entristecido y deprimido.
Con una tendencia clara a la depresión, se había estrujado los sesos pensando en la manera de vivir que más feliz le hubiera hecho, y aunque había encontrado ideas más o menos brillantes, siempre había encontrado otros muchos inconvenientes que hacían que se viniera abajo y se pasara toda esa emoción de los primeros momentos y le sumían en un profundo estado de desánimo.
Había viajado algunas veces pero siempre a destinos muy convencionales. Playa, algo de montaña en una casa rural y, por qué no, algún viaje de turismo sexual a zonas cálidas donde estaban todas esas mujeres, y no tan mujeres, semidesnudas dispuestas a lo que sea con tal de ganar algunos euros.
Todo aquello no había servido de nada, una vez que había vuelto a la oficina, su vida había sido de nuevo una mierda.
Como colmo lo que había sucedido una vez que había vuelto de Tailandia, sus últimas vacaciones. El jefe quiso hablar con él en privado de algo sin importancia.
En el despacho, eso que no tenía importancia que su jefe había querido decirle, no era tan nimio como le había dicho. Acababa de ser degradado a un puesto de vigilante. Era mala influencia para sus compañeros.
Pasaría a ser guarda jurado y como favor le habían destinado a uno de los edificios más lujoso de Madrid, ¡qué detalle!
Esto había sido con mucho la gota que colmaba el vaso.
La noche del martes 13 (hoy si sabía en qué día estaba) le había iluminado la inspiración.
Noche fría de noviembre. El edificio en penumbra pero para Mario todo estaba demasiado oscuro.
Ya lo había decidido y no había nada que pudiera hacerle cambiar de opinión como siempre había ocurrido.
Realmente, estaba todo muy oscuro.
¡clic!Todo se tornó en un rojo intenso a la vez que su cuerpo se relajaba por última vez.
Ahora Mario sabía como podía sentirse un hombre que había llevado su decisión hasta el final.
El último escalón de un edificio enorme había llegado.
La última bocanada de aire.
Inspiración...... expiración.
Todo estaba muy oscuro, tan oscuro.....
Junec, 1 Diciembre 2007