

Pese a que esta etapa es muy corta, lo que me vendrá bien para descansar, no va a ser nada fácil.
Nada más coger la bicicleta me doy cuenta de que hace un viento muy fuerte que va a irme frenando durante toda la etapa.
En principio, esta etapa es un poco más corta ya que ayer hice 10 kilómetros más.
En el albergue ha dormido otra pareja de bicigrinos que parecen muy majos: Jose y Leire.
Por la mañana intercambiamos ánimos para todos y un buen camino.
Salgo del pueblo de Castrogeriz y a unos 4 kilómetros se me presenta un alto nada despreciable, el Alto de Mostelares.

Tiene una pendiente bastante fuerte pero, por suerte, no es muy largo y se llega a la cima relativamente bien. Por el camino me encuentro, casi arriba, con Leire caminando que no puede más. En el alto está Jose parado esperando a Leire. Cambiamos algunas palabras sobre la subidita pero enseguida llega Leire y se van.
En la cima el viento es endemoniado y me cuesta bastante avanzar con tranquilidad.
Al poco comienza un descenso con mucha piedra suelta, que merece la pena y que sería mucho mejor sin el viento.
Al final del descenso se llega a Ítero de la Vega dónde se encuentra, al principio, la Ermita de San Nicolás. En esta Ermita se puede sellar y tomar un cafecito caliente que me sienta genial.
Cuando me acabo el café y salgo para marcharme aparece la Navarra (Isabel) con dos bicigrinos más de Villafranca del Bierzo (Diego y Roberto).

Los murcianos siguen adelante mientras yo me quedo charlando con los recien llegados. Al final decido seguir un poco con ellos. Quieren hacer kilómetros como el que más y apenas paran en los pueblos para visitarlos.
Con ellos paso por varios pueblos y por el Canal de Castilla.

El viento acompaña durante todo el camino y no ayuda nada. Al llegar a Villalcazar de Sirga estoy destrozado y además quiero visitar la iglesia tan impresionante que tiene.

Decido parar mientras que Diego y Roberto siguen.
Mientras estoy en la iglesia me encuentro de nuevo con los Murcianos que han parado a tomar un café para calentarse un poco. Ellos también están cansados pero no saben si se van a quedar en Carrión porque son muy pocos kilómetros para una etapa. Yo decido que para hoy son bastantes y que mañana será otro día, espero, porque mañana tengo etapa de 97 kilómetros.
El caso es que nos tomamos el café mientras nos quejamos del viento y seguimos hacia Carrión de los Condes, posible final de etapa.
Los kilómetros hasta Carrión se hacen insufribles y, aunque es más o menos llano, se suda sangre para poder avanzar.
Al llegar a Carrión de los Condes no siento las piernas y decido quedarme en el pueblo y descansar para mañana. Esto tiene un riesgo. Si mañana hace viento no voy a poder acabar la etapa con lo que me voy a retrasar. Bueno, mañana es mañana y hoy es hoy. Me quedo a descansar.
Los murcianos se quedan también.
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