77 km.
Recuperado el kilómetraje perdido y con menos dolor en la rodilla, sigue mi viaje, ya entrando en Asturias.
El día en Santillana estuvo bastante bien. Relajado y con la rodilla bien untada en reflex fue un día de descanso.
Por la noche llegaron como a las 21 los tres bicigrinos que perdí en Castro Urdiales. A esas horas, claro, no había hueco en el albergue así que, tuvieron que dormir a la intemperie enfundados en sus sacos y con las mantas que les dejamos. Qué chalados!!!!
También conocí a Merche, una chica de bilbao que va con la bici también. Lo fuerte de esta chica es que el mes anterior se había hecho el camino Francés!!!! En fin.
El caso es que por la mañana salimos Merche y yo a ver si encontramos algún sitio donde desayunar. En Santillana todo cerrado. Seguimos por la carretera pensando que va a haber algo abierto pero no, no hay nada abierto.
Ya en Cóbreces, encontramos un bar que abre a las 9 y como son menos 5 esperamos un ratillo.
Ya desayunados seguimos el camino por pequeños pueblecillos.
La entrada en Comillas no es muy allá y como los dos conocemos ya esa ciudad decidimos que nos la vamos a saltar.Por caminos llegamos sin problemas a San Vicente de la Barquera.....
... con todos sus barcos en el fondo.
Desde San Vicente comienza una subida con una pendiente infernal. Poco a poco vamos trepando por la montaña hasta llegar a Acebosa. Subida tras subida, con sus bajadas correspondientes, llegamos a Pesués, donde paramos a tomar algo y a decidir dónde podemos poner el final de etapa.Resulta que en Llanes, donde yo tenía previsto parar, no hay albergue de peregrinos y sólo hay albergues juveniles que, en las fechas en las que estamos, están todos llenos.
Bueno, decidimos llegar allí y ya veremos lo que hacemos.
Al final la cosa no ha ido mal. Hemos encontrado un albergue en la estación de tren que nos servirá para descansar hoy.
La rodilla me ha empezado a molestar los últimos kilómetros así que no puedo ir mucho más allá.
Lo que sí puedo es dar una vuelta por el pueblo y por el puerto.


















Esta parte se hace un poco larga si las estás pasando canutas. Después de los caminos arcillosos planos vienen unas bajaditas con muchas piedras y plantas que con los pies mojados fueron una delicia.
Un buen café con tostadas me repone de este primer tramo y me prepara para el siguiente.
Y de aquí a Bilbo es sólo bajada.
A partir de aqui se me hace un poco pesado.










Para quien llegue con tiempo a Irún, le recomiendo que visite Hondarribia, bonito pueblo de pescadores.
Uno de los caminos antes de llegar a la ermita. Después son mucho peor.
Las vistas desde el alto son impresionantes. Vemos la costa con sus acantilados. Esto nos acompañará en buena parte del viaje. No dudéis en parar para disfrutar de estas espectaculares vistas.
Si se supera el alto de Jaizkibel con ganas de más, sólo hay que bajar hasta Pasajes, un bonito pueblo para recorrer. Desde aquí nos cruzará una barca hasta el otro lado por unos 1,30 euros.
Ya en el otro lado hay dos incidaciones para seguir el camino. Hacia la izquierda para las bicicletas y hacia la derecha para los caminantes. Si se es un poco masoca y se tienen fuerzas para dar y tomar se puede escoger la opción de la derecha. Yo escogí esa.
Las escaleras de Pasajes salen en bastantes guias, lo que no sale es que hay un momento en el que se acaban y se debe andar por un muro, al borde de una caída maja, con la bici al hombro. Después del muro viene un camino en el que hay que llevar la bici al hombro. Todo esto da a parar a un camino empedrado que sigue subiendo.
El recorrido por esta parte de la ladera es apto para Rambos y lo único que me faltó es llevar un machete para ir abriendo camino.
Un antiguo acueducto nos dice que todavía nos falta la mitad de camino aproximadamente.
Las siempre espectaculares vistas.
La subida al Igeldo es bastante dura y larga, muy larga.
En Askizu hay un albergue juvenil pero con pocas plazas. Tras una subida muy fuerte no os hagáis muchas esperanzas de encontrar sitio. A mi a poco me dá un síncope cuando me digeron que estaba lleno.
Por otro lado, el albergue de Zumaia está bastante preparado y con muchas plazas (también tienen sitio para las bicicletas y no te ponen ninguna hora de entrada). Quizá la única pega que le encuentro es que es un poco caro para ser albergue de peregrinos (8 euros) y que abre un poco tarde, aunque lo normal en este camino: 16:00. Por lo demás es muy recomendable. Es un antiguo convento de monjas de clausura en el que lo han dejado todo según lo abandonaron las monjas. Incluso tiene un huerto con frutales y algúnas herramientas y banquetas tiradas por ahí.