80 km.
Una etapa muy dura en la que entro en Cantabria y en la que me fastidio la rodilla. Una pequeña lesión que me acompañará el resto del viaje.
Por la mañana el día comienza muy suave. Hay que subir unos escalones (nada en comparación con los de Pasajes) para alcanzar una vía verde que discurre por unos acantilados pegados al mar.
En la parte alta de los escalones me encuentro con Lolo & Co., tres bicigrinos con los que voy a hacer parte del viaje.
La vía verde por la que vamos esta hecha por el trazado de un antiguo tren de minería. Este tramo es bastante agradable y fácil y sin darnos cuenta llegamos al comienzo del alto de Saltacaballos. Por caminos tan impresionantes (que pena que no se aprecie la pendiente) como este, llegamos a la parte más alta.
De aquí a Castro Urdiales no es muy difícil ya que, quitando la bajada vertiginosa hasta Otañes, el camino va por el trazado del antiguo tren.Ya en la entrada de Castro Urdiales, en una rotonda, yo sigo las flechas amarillas y cuando me quiero dar cuenta, los tres bicigrinos se me han perdido!!!! Pero dónde se me han metido???
En fin, sigo hacia el centro de Castro y su puerto. Voy a sentarme a desayunar en una cafetería que conozco que esta en frente del puerto a ver si los veo pasar.
Pero no, no pasan. Yo, mientras tanto, me pongo con la cámara y las barquitas de Castro.
Siguen sin pasar y como ya ha pasado un tiempo prudencial, decido irme y seguir yo solo. El camino nos volverá a juntar.
Para salir de Castro Urdiales basta con seguir la carretera nacional hasta la plaza de toros y allí ya se pueden encontrar las flechas amadas.Esta parte, aunque dura porque el suelo esta lleno de grandes piedras, es muy bonita porque discurre a lo largo de los acantilados, lo que nos deja paisajes como este.
El día esta siendo bastante impresionante, como impresionantes son los acantilados por los que voy con la bicicleta. En este camino, cuando no vas por bosques tupidos, vas por los acantilados de la costa, que no sé qué será mejor!!!
A diferencia del Camino Francés, este camino esta muy poco transitado y te puedes encontrar con zonas donde el camino se vuelve casi inapreciable.

El día esta siendo bastante impresionante, como impresionantes son los acantilados por los que voy con la bicicleta. En este camino, cuando no vas por bosques tupidos, vas por los acantilados de la costa, que no sé qué será mejor!!!
A diferencia del Camino Francés, este camino esta muy poco transitado y te puedes encontrar con zonas donde el camino se vuelve casi inapreciable.En Islares se puede seguir por el camino y llegar hasta Guriezo para cruzar la ría o coger la carretera nacional y ahorrarse un buen tramo. Decido coger la carretera.
Una vez cruzada la ría hay que apretar los dientes y ponerse a subir por una pendiente de mil demonios que te deja casi a las puertas de Liendo.
Desde aquí, queda poco a Laredo, donde sello y cojo el ferry que lleva a Santoña.
Cuidado los de las bicicletas porque el tipo te cobra por ellas y mi impresión fue que te cobra lo que le da la gana. En fin, tampoco te vas a dar media vuelta.....
Ya en Santoña me paro por el centro para tomar algo y reponer un poco las fuerzas. Todavía queda mucho camino.
La vuelta en marcha me cuesta horrores. Me siento cansado y parece que la rodilla izquierda comienza a molestarme un poco.
Con lo hecho polvo que estoy me tiro a la carretera para poder avanzar un poco más rápido.
Con mucha más pena que gloria voy pasando las ciudades por las que pasa la carretera. Arnuero, Bareyo....
La rodilla me duele bastante más que antes y el camino por la carretera no se hace mucho más fácil.
A partir de Barello comienza una subida con una pendiente bastante razonable que acaba por destrozar mi rodilla. No me lo puedo creer!!! Pero es que no se va a acabar la subida???
Al poco comienza una bajada muy tendida que no me da mucho respiro tampoco.
Llego exhausto a Güemes pero resulta que el albergue esta un poco más allá. A estas alturas ya voy pedaleando sólo con la derecha.
Tras unos 15 minutos que me parecieron eternos llego al desvío hacia el albergue y como no puedo más esta última parte la hago a pié.
El albergue me parece un oasis en medio del desierto y el fin de mis penurias por hoy.
Este albergue es un hito en el camino y es de parada obligatoria para todo el que haga el Camino del Norte, tanto a pié como en bicicleta o caballo.
Lo único que diré es que el ambiente es inmejorable y la atención increíble.
Aquí conozco a uno de los mayores ángeles del camino: Manu el masajista. Resulta que es un señor ya jubilado que se dedica a dar masajes gratis a los peregrinos que lo requieran.
A mí me arregló la rodilla con el mismo trato que si fuera un cliente de pago.
Muchas gracias Manu!!!
Algunas fotos del albergue:

Las habitaciones:



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