63 km.
Aunque no es una etama muy larga, es bastante dura. Hay bastantes rampas y el piso está lleno de raíces y piedras. Aún así no es algo que vaya a echarme para atrás a estas alturas.
Para empezar bien el día me voy con Merche a desayunar al ladito de la Plaza del Obradoiro, que presentaba esta guisa. Muy dificil coger la plaza sin nadie. Pues ahí queda la foto.
Salgo de Santiago por donde marcan las ya conocidas y amadas flechas amarillas. El camino hacia Finisterre comienza bajando las escaleras que están junto al parador. Por ese camino y pocas casas después comienza una pequeña bajada que nos deja en el río Sarela. A partir de aqui hay que emplearse a fondo ya que las rampas son bastante inclinadas. Sobre todo, lo que más hace que echemos el pie al suelo son las piedras y raíces. En estos caminos hay demasiadas.Ya, llegando a Sarela, después de barias subidas bastante fuertecillas, me giro para ver por última vez las torres de la Catedral de Santiago.
Las subidas son duras y llenas de piedras. Con este camino me tengo que bajar varias veces y empujar como un campeón. Al llegar a Ventosa comienza una bajada que tampoco puedo hacer muy deprisa porque sigue habiendo la misma cantidad de piedras por el camino.El camino me lleva, de una forma bastante cómoda, hasta Aguapesada, donde hay un puentecillo mediaval que no está nada mal. Me paro a tomar un tentenpié ya que a partir de ahora comienza una fuerte pendiente que seguro que me deja bajo mínimos.
Ciertamente la cuesta se las trae. Se hace un poco más larga de lo que en realidad es.
Al llegar a la cima sólo queda bajar hasta Pontemaceira. El puente no hay que perdérselo.
Ya después de Pontemaceira hay una última cuesta para llegar a Negreira. Aqui me paro a coger fuerzas y a comprar el film transparente para envolver la bicicleta para la vuelta.A partir de aqui comienza mi calvario personal.
Los caminos son endiabladamente difíciles de ciclar y las subidas no dan mucho pié a descansar.
Son muchos días pedaleando y el cuerpo comienza a mostrar signos de debilidad. Sea como sea, me cuesta una barbaridad seguir avanzando.
A la dureza de algunos tramos se le suman otros graciosos como este que pasa a través de un campo de maíz.
Desde que salí de Negreira no he hecho más que subir y subir. Ahora que estoy en Maroñas me doy cuenta de lo que me queda. La subida desde aquí me deja extasiado. No es muy inclinada pero mi cuerpo no puede mucho más. Qué ganas tengo de llegar a Olveiroa.Esperando que no me digan nada por ir en bici, voy corriendo al albergue. Está bastante bien el sitio y por suerte me quedo con la última cama libre en el edificio principal. En Olveiroa han adaptado varias casas típicas y las han hecho albergues. Si llegas muy tarde puedes dormir incluso en un Hórreo que tienen al lado de la oficina.
Por hoy está bien. Estoy destrozado, no quiero saber nada más de la bici.
Mañana me espera una jornada tranquilita y cortita.
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