martes, 30 de diciembre de 2008

Caída del Jazz

De grande estrella del saxo a tocar en un antro como aquel.
Desde su época dorada habían pasado unos buenos años.
Sus contratos habían disminuido drásticamente desde aquel absurdo escándalo. Él no habría querido que saliera a la luz pero en este mundo de la comunicación si eres famoso debes renunciar a tu intimidad, a tu hacer personal, a tu vida cotidiana.
Tonny Black, nombre artístico de Antonio Sánchez, había renunciado a eso y a mucho más. Era más famoso de lo que él mismo hubiera soñado jamás. Tal prodigio no tardó en ser descubierto por uno de los grandes en la industria musical.
Su ascenso, como la espuma, no tardó en convertirse en vertiginosa caída al infierno, que es dónde su desdichosa alma descansaría para el resto de la eternidad.
Su intenso y breve paseo por el mundo del Jazz había producido 5 perfectos frutos. 5 álbumes a cual mejor de los que se habían sacado otros dos recopilatorios. En total 7 álbumes con un total de ventas de unos 20 millones de discos en todo el mundo, todo un logro teniendo en cuenta la crisis musical inducida por las descargas de internet y el pirateo continuo en las calles.
Aunque aquello suena muy lejano ya. Su realidad actual era que se encontraba casado con una mujer que no amaba, en un piso que detestaba y con un trabajo que a duras penas le daba para pasar el mes.
Se planteaba su vida día tras día, noche tras noche, local tras local, en los que tocaba por unos pocos euros. Gracias a su virtuosismo con el instrumento no le faltaba trabajo pero el descenso tan brutal de su caché no le daba más opciones que algunos garitos de mala muerte donde, ni se apreciaba el Jazz ni se apreciaba su talento por parte de los asistentes.
Esa noche había sido especialmente mala. El concierto había sido en un bar cerca de su casa. Era un habitual del bar y por norma general no solían prestar atención a la música y hablaban más alto que él tocaba. Esa noche, además de lo habitual, había estallado una pelea entre dos que iban muy pasados de grados etílicos.
En un alarde de fuerza uno de los gallitos había lanzado un botellín que, por supuesto, no fue a estrellarse contra su objetivo sino que decidió estamparse con gran estrépito, para horror de su destino, en la cabeza del gran Tonny Black.
Esto era ya el colmo, la gota que colmaba el vaso, el punto y final.
Cuando Tonny fue a tocarse en la zona donde el botellín decidió estrellarse, ya le estaba manando una buena cantidad de fluido vital de tono rojizo.
Horror! Estaba sangrando!!! El dueño del bar no tardó en estar a su lado para ver cómo se encontraba. A parte de un poco de sangre escandalosa, no tenía nada grave así que con un poco de agua y una gasa todo quedó solucionado, todo excepto su honor. No podía creerse que habiendo tocado en riguroso directo para la MTV, su carrera hubiera acabado de esa manera tan nefasta. Dicen que la fama viene y va y en Tonny esto se había cumplido a rajatabla.
Su aguante sobrepasó esa noche el límite de su paciencia.
A partir de ese día nada sería igual y además él sabía que no sería igual, sería distinto pero a peor, siempre a peor.
Ya estaba decidido, nada lo pararía esta vez. Y nada lo paró, excepto el granito del fondo del valle.
Su saxo, apoyado en la barandilla cómo si alguien lo hubiera olvidado allí, una breve noticia en algún periodicucho gratuito y una viuda, más aliviada que desconsolada, es todo lo que quedó de él. Bueno, eso y una historia triste que no tardaría en ser olvidada por la masa que antes aclamaba al gran Tonny Black.

Junec, 28.Noviembre 2008

Mi calavera


martes, 23 de diciembre de 2008

Viene

Para seguir con mis macabras ideas.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Cambios

Justo en el cénit de tu vida, cuando todo parece estar bien atado, puede suceder cualquier imprevisto que dá al traste con todo, incluso con aquello que creías controlar, dominar, superar, con aquello que  nunca cambiaría, ni por tí, ni por las circunstancias, ni por el paso del imparable tiempo, pero sí, sí que cambia, todo cambia, todo evoluciona deprisa, a toda carrera y velocidad y deja atrás tus creencias, deja atrás tus convicciones, deja atrás, en segundo plano, en otra dimensión, a tu enemigo, ése que te ha empujado al vacío, ése que, en este momento, huye mientras te hundes lentamente en la profundidad del abismo.
Junec, 28-Noviembre-2008

viernes, 14 de noviembre de 2008

El soldado y la luna

Tomada en uno de mis paseos.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Nueva sección

Es nueva pero no tanto.
A partir de ahora intentaré ir colgando algunas de las fotillos que voy haciendo con la maravillosa Nikon D80.
Algunas gustarán (espero) y otras no. De todas formas se agradece cualquier comentario.

lunes, 27 de octubre de 2008

jueves, 16 de octubre de 2008

Etapa 12. Arzúa-Santiago de Compostela.



Después de 11 días de pedaleo contínuo amanece el decimosegundo y último día de aventura. Gracias a que ayer tuve que avanzar 15 kilómetros más, hoy sólo me quedan unos 36 kilómetros hasta mi destino.
Al contrario de lo que muchas personas sienten en este momento, yo no estoy triste. Estoy pletórico, alegre, ilusionado e impaciente. Lo único que quiero es montar en Kona y pedalear como un poseso hasta Santiago. No estoy apenado, estoy contento porque he llegado hasta aqui, por haber vivido esta emocionante aventura.
Un buen amigo me enseñó que no hay que estar triste porque se acaban las experiencias, sino tremendamente contento y agradecido por haberlas vivido y eso es lo que pretendo aplicar.
Al mirar por la ventana me doy cuenta de que está lloviendo. el camino me va a despedir al más puro estilo de Santiago. Está bien, me pongo el impermeable, pongo el cubrealforjas y, después de desayunar me monto en Kona y me pongo a pedalear.
Llevo un ritmo frenético. Nemesio ha salido primero y Antonio y Sergio están detrás.
Nada me para. Cuesta arriba unos 18 km/h. Cuesta abajo ronda los 60 km/h.
La impaciencia me puede. Pedaleo con el corazón, con fuerza. A este ritmo los kilómetros caen uno tras otro y es posible que llegue a la misa del peregrino.
El cielo, que se había levantado un poco tonto, va despejándose, dando paso a un azul precioso. En este momento el impermeable me sobra y como está viejo y desgastado lo cuelgo en una señal, quizás alguien lo necesite.
Sigo acercándome.
A lo lejos veo a Nemesio que ha parado a tomar un café. Por fín le cojo. A él le pasa lo mismo. Va acelerado para llegar cuanto antes. Al poco de parar nos adelantan Antonio y Sergio que no paran.
De nuevo en marcha, en esa marcha frenética hacia arriba o hacia abajo, es igual. Las fuerzas llegan a las piernas desde todos los puntos de mi cuerpo. Todos los músculos en tensión, todos. El corazón late a 100 mientras los kilómetros siguen cayendo.

En todo el camino no había llevado este ritmo. Santiago tira de mi. Fuerza en las piernas y aire en los pulmones. Los kilómetros caen.

Y caen.

Después de una bajada brutal me meto de lleno en una niebla poco recomendable con la que no se ve un pimiento. Gracias al chaleco y a la luz de la bicicleta dejo de ser un bulto para ser un bulto que se mueve. Un poco de niebla no me va a frenar a estas alturas así que sigo tirando de cuadriceps y gemelos.
Con niebla llego al desvío de la autopista, donde está el aeropuerto. Allí, una especie de escultura te recuerda hacia donde te acercas. Las emociones se apelotonan. Ya llego.

En este momento nos reagrupamos para ir juntos hasta Santiago. La emoción nos inunda y no podemos disimularlo. Estamos felices por haber llegado hasta aqui. Después de unos 800 kilómetros ya estamos llegando. Es increíble. Al poco de reagruparnos vemos otro cartel que nos deja impresionados. El cartel del paso de las dos cifras a una sola cifra. Menos de 10 kilómetros. Menuda pasada.

Subidón de ánimo que nos empuja a tirar más que nunca hasta el Monte do Gozo. Ya estamos a unos 4 kilómetros de Santiago. 4 kilómetros me separan del final de una de las etapas más maravillosas que he vivido.
Ni la lluvia, ni la niebla, ni el frío, ni el sol pueden pararme ya. Sólo me queda una fotografía obligatoria que hacer, sólo una: la del cartel de entrada a Santiago.
Comenzamos a bajar desde el Monte do Gozo. La ciudad se ve al fondo y ahora el corazón va a 200 por hora y las piernas a lo que pueden.
Cada vez más cerca.
Ahora no duele nada. No hay dolor en la rodilla, ni en la espalda, ni en el culo. Nada. Sólo hay un objetivo y estoy tan cerca de él que el resto del mundo no existe.
Cuesta abajo y sin frenar comienzo a ver el recuadro rojo con las tres primeras letras "San..". Me paro para hacer la foto de la alegría.

Un poco más delante hay otro cartel. En este nos paramos para tener una foto juntos.

YA ESTAMOS AQUI!!!!
Los nervios se apoderan de mi. Sólo pienso en recorrer los últimos metros que nos quedan hasta la plaza del Obradoiro. Últimos metros que se hacen eternos.
Entramos en el casco antiguo y seguimos hacia nos dice la intuición. La entrada es un poco caótica, incluso hay un momento que no sabemos por dónde ir. Hacia abajo. Por fín hay que ir hacia abajo!!!
Vemos la catedral. Pasamos por el arco y por las escaleras. Monto en la bici por última vez y entro en la plaza del Obradoiro. POR FIN!!!!!!
Gritamos, reímos y sobre todo nos felicitamos por haberlo conseguido.
Según el velocímetro sólo han sido 817 kilómetros y 87 horas encima del sillin pedaleando. 12 días después de salir desde Roncesvalles y muchas personas maravillosas después estoy aqui!!!

Como ellos dicen: Los tres viejos y yo.

lunes, 13 de octubre de 2008

Etapa 11. Sarria-Melide-Arzúa.



Para salir desde Sarria hay dos rutas. Una un poco más corta y por la carretera y otra, más larga, por un camino entre castaños. Siguiendo las flechas amarillas desde la Rúa Maior nos dirigimos a la segunda.
Después de una pequeña cuesta abajo por asfalto llegamos a las vías del tren. tras cruzar las vías hay que agarrarse bien al manillar porque viene una subida con una fuerte pendiente. Al poco de empezar a subir hay demasiadas piedras y tengo que bajarme y empujar, aunque no mucho porque no es muy larga.
El camino está lleno de pequeñas subidas y bajadas que cada vez convencen menos a mis acompañantes que, al acabar de desayunar en Mercado da Serra, deciden seguir hasta Melide por la carretera. Yo decido que voy a seguir por el camino. Los paisajes son preciosos y hay una atmósfera extraña a la vez que enriquecedora. Parece como si en cualquier momento pudiera salir de la niebla alguna meiga. El camino discurre entre pazos y pequeñas aldeas con pequeñas cuestas que van agotando mis piernas.
Entre esas cuestas hay algún descenso un poco más trialero que dan pie a lucirse y disfrutar un poco más.
Como voy solo no tengo que estar esperando o mirando si paran o no. Sigo a mi ritmo subiendo o bajando preocupándome sólo de dar pedales. Alguno de los tramos es más bien impracticable con la bicicleta y dudo mucho que sea cómodo para ir andando. Con estos caminos no hay más remedio que bajarse y empujar.

Sin prisa pero sin pausa llego a Brea, aldea donde se encuentra el hito de los 100 kilómetros. La barrera psicológica de las tres cifras ha caído, a partir de ahora los kilometrajes tienen sólo 2 cifras. Parece mentira pero llevo ya más de 700 kilómetros montado en Kona. Increíble.

Durante todo este tramo se pueden ver Horreos estupendos. Es una maravilla el efecto que hacen al paisaje y cómo contribuyen a esa atmófera tan especial de Galicia.

Sigo mi camino y comienzo el descenso hacia el embalse de Belesar, un viejo amigo, y hacia la ciudad de Portomarín. El ascenso a la ciudad es bastante fuerte pero, al llegar arriba, me encuentro con una de las iglesias que más me han gustado.

A la salida de Portomarín y hasta Melide el camino discurre paralelo a la carretera. Con el cansancio que llevo acumulado me echo al asfalto para llegar cuanto antes al albergue. La subida es muy larga y pesada. Las pocas fuerzas que me quedaban las gasto en tirar de la bicicleta y las alforjas hacia arriba. La carretera sube y baja contínuamente aunque las bajadas son más bien cortitas con lo que no se puede recuperar nada.

Al llegar a Palas del Rey estoy destrozado y veo que me quedan todavía 15 kilómetros. Ufff.
En fin, no puedo hacer nada más que montar y seguir pedaleando.

Los kilómetros van cayendo poco a poco entre subidas, bajadas y peregrinos light (de los que sólo hacen 100 kilómetros, que cosa más absurda)

Al llegar a Melide los Murcianos han llegado ya y están en una terracita tomando una cerveza. Empezamos a ver si queremos seguir o quedarnos aqui. Yo decido ir al albergue y quedarme. Hasta Arzúa quedan otros 15 kilómetros y no me veo con fuerzas.
Vamos juntos al albergue (el único que hay en Melide) y nos dicen que las bicicletas tienen que esperar. Malditos peregrinos light!!!! En fin, me voy a comer pulpo al Ezequiel con Nemesio mientras que Antonio y Sergio se han perdido, es posible que hayan seguido. Junto con Nemesio me zampo una ración de pulpo que no es normal.

Una vez montados en las bicicletas se nota la ración y las cervezas. Cuesta bastante pedalear. Vamos al albergue y nos dicen que tenemos que seguir esperando. Me cago en la leche....
Seguimos hacia el siguiente albergue.
Me cuesta un mundo pedalear y nada más salir de Melide comienza un tramo de rompepiernas. Si ya estaba cansado esto me está matando. Evidentemente vamos por la carretera porque para mi es impensable llegar sano al próximo albergue sano si voy por el camino. En el desvío de Ribadixo encontramos a Antonio y Sergio al lado de un hombre que está a la caza de peregrinos para llevar al albergue privado que está en Arzúa. Estamos destrozados así que salimos corriendo para Arzúa. Bueno, corriendo corriendo no, más bien arrastrándome, porque es todo subida.
Llego a Arzúa más bien hecho una piltrafa, con unas ganas de ducharme locas y con tantas ganas de morirme allí mismo como de ducharme.
Una vez limpito me voy a comprar la cena y a dar una vuelta por Arzúa.
Solo quiero decir una última cosa. Arzúa es feísimo.

martes, 7 de octubre de 2008

Etapa 10. Villafranca del Bierzo-Sarria



Llegó el gran día en el que tengo que subir a O'Cebreiro. Rampa donde las haya. Miedo me da empezar el día y mucho más miedo me da cuando veo que está lloviendo.
Perfecto! Subida a O'Cebreiro y encima lloviendo. No podía ser mejor. En fin! No se puede hacer nada salvo preparar a Kona y ponerte el chubasquero.
Está cayendo muy fuerte así que me espero un rato para ver si se suaviza un poco. A los 5 minutos ha amainado bastante con lo que salgo hacia el Cebreiro decidido a subirlo. No desayuno porque prefiero aprovechar todo lo que pueda de lluvia suave, no vaya a ser que luego empiece más fuerte y me moje más.
Para salir de Villafranca voy por la antigua N-VI. Hay otro ramal pero se trata de una subida sin mucho sentido así que la mayoría de la gente no lo hace por allí. El ramal de la nacional va paralelo a ésta con lo que me meto en el arcén y tiro millas. Nemesio y Antonio han salido antes y yo voy con Sergio. No hay manera de pillarles pero aún así seguimos pedaleando. A estas alturas no llueve y ha empezado a salir el sol. Entre la incesante subida y los primeros rayos de sol me empiezo a cocer dentro del impermeable así que en el siguiente pueblo desmonto toda la parafernalia de la lluvia.
Poco a poco pasan los pueblos uno a uno. Como voy por carretera los kilómetros caen deprisa.
Sobre Ambasmestas me vuelvo a encontrar con las inglesas. No lo entiendo, estaban en el albergue cuando salí y no me han adelantado. ¿?.
Me quedo un rato pedaleando con ellas. Ellas van a Triacastela.
En Ruitelan me encuentro de nuevo con los Murcianos que salen de una cafetería de desayunar. Mierda, yo todavía no he desayunado y O'Cebreiro se acerca.
En Herrerías, en vez de seguir por la nacional, voy dirección La Faba. Al principio el ascenso es inclinado aunque asequible. Me acuerdo de que hasta ahora no he desayunado más que una barrita energética y me comienzo a arrepentir.
Cuando la inclinación empieza a ser importante, lo suficiente como para ir con todo el desarrollo, veo que la gente empieza a desmontarse y a caminar, entre ellos las inglesas.
Con mi máximo desarrollo decido ir poco a poco. Los Murcianos han seguido pero poco a poco sigo subiendo a mi ritmo. No es muy fuerte, se puede hacer encima de la bici.
Al llegar al cruce en el que pone La Faba o Laguna hay que seguir hacia Laguna y, ahora si, me como mis palabras. La inclinación se vuelve infernal y los que no van caminando, van sudando como pollos.
El cielo se ha despejado y el sol empieza a calentar. Esto sumado al esfuerzo hace que te sobre toda la ropa.
Hasta ahora la inclinación no era demasiado fuerte pero, a partir del cruce se hace inclinada como nada hasta ahora y tengo que agarrarme al manillar, como si fuera la última cosa en el mundo, y tirar de piernas como si mi vida dependiera de ello.
Poco a poco, esta vez porque no puedo más deprisa, cogo a los Murcianos. Nemesio cámara en mano, Antonio empujando como un mulo y Sergio pasándolas realmente mal encima de la bici.
Sin prisa y sin desayunar sigo ascendiendo. En este tramo no hay ninguna zona un poco más plana, nada. Inclinado y continuo.
Sudando, con las piernas cargadas y apenas sin fuerzas llego a Laguna donde, menos mal!, hay una especie de cafetería restaurante donde me zampo, con bastantes ganas, un café con unas estupendas tostadas de pan de pueblo.
Todavía queda un repecho pero la gente que va llegando lo celebra como si ya hubiera acabado. Entre ellos, llega Jose, Leire, Isabel y los dos de Villafranca y un poco más tarde las inglesas con más cara de destrozadas que de júbilo.
A todo esto, los Murcianos han salido ya hace un rato. Yo decido seguir con el grupito hasta la cima.
O'Cebreiro está de fiestas y el grupo se queda para tomar algo. Yo sigo, es tarde y todavía quedan muchos kilómetros. Me da rabia no haber visto Cebreiro pero hay mucha gente y no se puede ir tranquilamente con la bicicleta.
Tras pasar el Cebreiro viene un tramo rompepiernas que no me gusta nada y me deja bastarte agotado. Las vistas desde allí arriba son impresionantes y sólo por el verde con el que nos recibe Galicia merece la pena subir hasta allí.

Kilómetro a kilómetro llego al alto de San Roque donde coincido con las dos chicas de Teruel, Isabel y Bea.

Subiendo un poco más se llega hasta el Alto do Poio, fin del ascenso y de el último tropezón hasta Santiago. A partir de ahora todo es un poco más suave y parece como si hubiera llegado ya al final del camino. De momento quedan algunos kilómetros y si las 9 etapas anteriores me han enseñado algo es a no fiarme del Camino: siempre te sorprende.
El descenso hacia Triacastela se puede hacer por la carretera o por el camino. Como ya he ido bastante por la carretera decido meterme por el camino y la verdad es que lo recomiendo.
Puede que haya oído que el descenso es peligroso y que es mejor para las bicicletas hacerlo por la carretera. Bueno, cada uno que piense lo que quiera pero yo me lo pasé como un niño pequeño. El descenso es bastante trialero y no tanto como para ir todo el tiempo parado. Se puede bajar más o menos cómodo pero, eso si, recomiendo soltar los frenos de vez en cuando para alcanzar velocidades impresionantes para un camino lleno de obstáculos que sortear, esquivar, saltar... Si te gusta, te lo puedes pasar muy bien en este tramo. Yo lo recomiendo.
Al llegar a Triacastela Isabel y Bea deciden parar a comer y yo continúo hacia Sarria por el ramal de Samos. Esta opción es un poco más larga pero más plana que la de San Xil. Lo malo que tiene este tramo es que es un rompepiernas continuo hasta el fin de etapa. Paso por Samos después de un continuo sube y baja. El monasterio es impresionante pero el albergue no parece gran cosa. Sello la credencial y sigo mi camino.
Llego a Sarria más bien tarde y con un dolor bastante fuerte en la rodilla. Se nota que hoy ha habido esfuerzo. Busco desesperadamente el albergue que, como no, se encuentra subiendo la calle de todos los albergues. Por qué no estaran estas cosas en la parte de abajo?
El albergue se llama Internacional y, aunque es un poco caro (10€), parece un hotelillo. Bastante recomendable, incluso tiene una terraza con amacas que es una maravilla. Me sienta estupendamente eso de las amacas.
Los murcianos ya han llegado y se han instalado en otro albergue que, por lo visto, está genial, con habitaciones de 4 y esas cosas. Yo no me muevo de aui, ya no puedo más.
Una vez duchado y descansado quedo con ellos para irnos a tomar algo a una terraza a la orilla del río. Cuando llego me dicen que han visto a las inglesas y que están en Sarria!!! Impresionante! Un poco más tarde las veo pasar y las saludo. Luego nos veremos.
La tarde con los murcianos muy bien. Después del día que nos hemos tragado se agradece estár sentado tranquilamente tomando algo en una terraza.
Por la noche estoy un rato con las inglesas y me voy a tomar algo caliente con Penelope. Me doy cuenta que mi inglés sirve para algo más que para escuchar. No pensé que pudiera decir tantas palabras juntas. En fin, me echo unas risas con ella, hago algunas fotos y nos vamos cada uno a nuestro albergue. Mañana más Santo Tomás.



jueves, 2 de octubre de 2008

Etapa 9. Rabanal del Camino-Villafranca del Bierzo



Hoy empieza una de las etapas míticas. Hay ganas de empezar y parece que el día va a acompañar. Hace un poco de frío pero se pasará enseguida una vez que empieze a pedalear.
Para desayunar me aprieto una mega tostada de la señora Pilar y me pongo en camino.
Hay dos opciones: camino o carretera, como todos los biciperegrinos. Está clarísimo: Camino.
Comienzo el ascenso por el camino que, aunque un poco inclinado, al principio se rueda muy bien. Poco a poco se va estrechando e inclinando. Hay alguna piedra que me hace poner el pie en el suelo pero, salvo un par de ocasiones, con el máximo desarrollo puedo ir subiendo poco a poco. En seguida cojo un ritmo bueno y sin darme cuenta llego a la Cruz de Ferro. No ha sido para tanto. Mucha fama y realmente se puede subir, con cierto esfuerzo pero se puede subir.
Hago las fotos de rigor.


Cuando estoy haciendo las fotillos veo que aparece Jose con Roberto y me dicen que las chicas vienen detrás. Decido esperar a todos y así hacernos una fotillo.

A partir de ahora es todo bajada hacia Villafranca y menuda bajada. Gracias a mis frenos de zapatas que no me he matado porque si llego a llevar de disco las velocidades hubieran sido estratosféricas. Aún así llegué a alcanzar 71 km/h que para algunos no será mucho pero para mi me sobra.
La bajada es muy pronunciada y con curvas, algunas más peligrosas que otras, con lo que hay que tener cuidado para no pasarse de velocidad y acabar en la cuneta. Aqui dejo una muestra de lo que puede ser.


El siguiente pueblo es Molinaseca. Merece mucho la pena pararse a tomar un café o algo así. es un pueblo muy chulo al que se accede mediante un puente que es una maravilla.

Al llegar al pueblo me encuentro sentadas a las dos inglesitas desayunando. No sé cómo se las apañan pero siempre llevan un ritmo bastante decente. Para inmortalizar la amistad me pongo con ellas y me hago una foto.


Me despido de ellas otra vez, no sé cuántas van ya. No creen que vayan a llegar a Villafranca hoy y es posible que lleguen a Santiago un día más tarde que yo por lo que no creo que las vaya a ver más. Otras personas que se quedan atrás. Es una pena porque me caen bien pero así es el camino. Salgo hacia Villafranca a ver si alcanzo a los Murcianos. Por la carretera llego enseguida a Ponferrada, que está de fiestas. Llego a la parte donde está el castillo. Justo en esta parte están los Murcianos tomando el sol. Me zampo un bocadillo de jamón y queso con una coca-cola que me devuelvelas fuerzas.
Se me está haciendo tarde y me quedan unos 23 kilómetros hasta Villafranca. Hasta Cacabelos el camino es un poco tortuoso por las eternas subidas y bajadas que hacen que las piernas se me carguen bastante.
Llego a Villafranca bastante hecho polvo y me voy al albergue municipal. Me voy a comer con los Murcianos a la plaza de Villafranca. Durante la comida aparecen Jose, Leire, Isabel, Roberto y DIEGO!!!! Lo ha conseguido! que máquina!!!

Cuando estamos acabando de comer y me piro a ducharme aparecen las inglesitas como si nada!!! Han llegado!!! En fin, son duras, si.
Después de dar una vuelta por el pueblo, que es bastante chulo, me voy al albergue a descansar y en la puerta está Penelope echandose crema en la rodilla. Por lo visto le duele bastante y mañana no cree que vayan a hacer muchos kilómetros. Si, claro, como hoy!!! Me quedo charlando con ellas después de cenar y a una hora prudente nos vamos todos a la cama, mañana llega el día tremendo del Cebreiro.


miércoles, 1 de octubre de 2008

Etapa 8. León-Rabanal del Camino



Después del ciasco de ayer, espero que hoy sea un poco más tranquilo. Se acabaron las etapas relajadas. En esta etapa comienzo la ascensión a la Cruz de Ferro.
Al salir del convento estaban en la zona de las bicicletas un par de inglesas (¿?) que me han preguntado lo típico cuando salía. Qué tal?, hasta dónde vas?, desde dónde has salido?... Con mis pedazo de conocimientos en inglés, intento contestar de aquella manera. Ellas se quedan en Astorga. Han empezado en León y piensan que Rabanal está un poco lejos. Me despido de ellas y les doy ánimos para llegar a Santiago.
La salida desde la ciudad está mál indicada y gracias a la guía del camino pude salir de León.
Siguiendo las flechas que encuentro, cruzo el río y me encuentro en San Andrés de Rabanedo, un poco desviado del camino pero no pasa nada, sólo es un poco más largo. Paro a desayunar unos churros con café en la primera cafeteria que encuentro abierta. Ahora mismo hace un frío del carajo (7º) y el desayuno me sienta que ni pintado.
En esta etapa el camino va paralelo a la nacional con lo que me meto en la nacional con cuidado y empiezo a quemar kilómetros.
Al poco veo a lo lejos a las dos inglesas (¿?). Decido pararme a charlar un rato con ellas, bueno, más bien el rato que mi inglés me permita.
Si, son inglesas de las afueras de Londres y son Madre e Hija, que acaba de terminar la universidad en ciencias medioambientales. Las acompaño hasta San Martín del Camino, donde se paran a tomar un desayuno. Yo sello y sigo. Acabo de empezar mi segunda credencial.
Vuelvo a despedirme de ellas y les deseo suerte.
El siguiente pueblo es Puente de Órbigo y Hospital de Órbigo. Los dos pueblos son bastante chulos y el puente que les une es precioso.

Vuelvo a la nacional para dirigirme a Astorga. Las fuerzas me fallan y me cuesta un triúnfo llegar a Astorga. La entrada no es muy allá pero lo que si me encanta es el palacio de Gaudí.

Al llegar a Astorga llamo a los Murcianos que se encuentran también allí y nos vamos a desayunar.
Cuando estamos acabando de desayunar veo pasar a Penelope (la inglesita) y su madre hacia la catedral. Charlo un rato con ellas y me dicen que van a intentar llegar hasta Rabanal, se les ha hecho corto el camino. Le doy mi dirección de correo a Penelope por si no las vuelvo a ver y salgo hacia Rabanal.
Sigue el ascenso interminable hacia Rabanal. No es muy inclinado y encima vamos por la carretera con lo que se rueda bastante bien.
A mitad de camino está Castrillo de los Polvazares, un pueblo al estilo de patones que merece mucho la pena parar para visitarlo.

El siguiente pueblo es El Ganso, un pequeño pueblo parecido al anterior con algunos albergues. Entre ellos el albergue Gabino tiene buena pinta.
Al llegar a Rabanal del Camino busco el albergue de Nuestra Señora del Pilar y nada más asomarme a la puerta decido quedarme.

El pueblo es pequeño y no hay mucho que hacer pero, después de un plato de macarrones enorme y una ducha, salgo a dar una vuelta. En el primer albergue según se entra en Rabanal está el grupo de Isabel. Me quedo un rato charlando con Jose, que cada vez me cae mejor. Me cuentan que Diego se ha cargado la rueda y tuvo que quedarse en León hasta el lunes para que se le arreglaran. Vaya putadita!!! Pretende hacerse mañana unos 160 kilómetros para cogerlos y seguir con ellos hasta el final. Ánimo, te va a hacer falta. Después de un rato me vuelvo y me cuelo en la iglesia donde hay una misa de peregrinos cantada que es una pasada. Quién estaba en la misa? Si, las inglesitas. Ya por la noche me siento con ellas y con unas copas de vino a charlar un rato antes de ir a dormir.
Es ahora Penelope la que me da su dirección.

martes, 30 de septiembre de 2008

Etapa 7. Carrión de los Condes-León



Hoy es la etapa más larga de todo el Camino de Santiago. Son unos 94 kilómetros más o menos planos y en la mayoría, el camino discurre al lado de la carretera.
Por la mañana no hace mucho viento, se ha calmado bastante con respecto a ayer y parece que se va a poder rodar bien. El cielo no promete mucho y parece que algún chaparrón me llevaré a lo largo del trayecto.
Lo único que me queda es montarme y empezar a pedalear. Decido no desayunar ahora para aprovechar la tregua que me dan las nubes.
La salida desde Carrión no es muy complicada. Primero hay que ir por la carretera y un poco más adelante por un camino asfaltado. Se rueda muy bien y muy rápido.
Una vez he calentado por asfalto el camino se torna en ídem. Es un camino de piedras compactadas de esas que se salen y hay tramos de piedras sueltas. Se rueda más o menos bien pero con algún dolor que otro en el trasero. Calzadilla de la Cueza, el siguiente pueblo, no acaba de llegar nunca. El camino es largo y un poco monótono pero con paciencia todo llega.
Una vez llego al pueblo espero a los Murcianos para irnos a desayunar juntos. El cielo está un poco nublado pero parece que a lo lejos se puede ver el cielo azul. De momento en este pueblo hace un frío de mil demonios asi que nos vamos corriendo a por un café calentito.
A partir de ahora el camino es bastante fácil ya que discurre en su mayor parte al lado de la carretera y, como no es plan de ir molestando al personal, me tiro al asfalto. Por la nacional los kilómetros caen rápidamente y los pueblos se suceden poco a poco. Después de Lédigos, Terradillo de los Templarios, etc.. llego a Sahagún, centro del camino.

En la oficina de turismo me sellan. En frente hay una escultura de Santiago donde me hago la foto correspondiente.

Todo va muy bien. En Calzada de Coto cojo el Real Camino que resulta que está asfaltado. Al llegar a Bercianos del Real Camino paro a tomar algo de comer.
Si sigo a está media es posible que llegue a León antes de comer o como mucho para comer. A partir de aqui todo el camino está asfaltado con lo que no será muy difícil hacer kilómetros.
El siguiente pueblo es El Burgo Ranero, a unos 36 kilómetros del fin de etápa. A lo lejos veo el cartel con lo que freno un poco, saco el pié del pedal y CLAS!!!!....glub! que ha pasado?
Ha sonado como en LA RUEDA DE ATRÁS!!! no, no puede ser, otra vez no. Pues si, se ha roto un radio. Esta vez estoy acabado. La rueda está tán deformada que no puedo ir montado. El siguiente pueblo con un taller está a unos 10 kilómetros. Mierda, para más jodienda es Sábado y las 13:30.
Me acerco al pueblo y pregunto a unas personas que hay allí. Una de las mujeres tiene un hermano taxista que me puede llevar. Bien, no tengo otra así que tendré que ir en taxi. Los Murcianos siguen y me esperan allí.
Llamando por teléfono me dice el paisano que no me arregla la bici porque cierra a las 13.
Tengo que ir a León, sin saber muy bien si me la arreglan o no. Llamo a diferentes tiendas hasta que una, muy amable me dice que la lleve que no me va a dejar tirado. Que maja la señora!
Cuando llego son las 14. Paso la bici a la tienda y pago los 35 € que me ha costado la broma del taxi, encima me he saltado el tramo.
En vez de cambiar el radio decido cambiar la rueda entera. El señor hace un trabajo estupendo y rápido y por la gracia me cobra 38 € por la rueda.
La gracia del radio me ha costado 73 € pero por lo menos estoy listo para mañana.
No me puede faltar la señal de León así que, en cuanto tengo la bici arreglada me voy hacia atrás a hacerle la foto. En el momento de entrar en la nacional aparecen Jose, Leire e Isabel con los de Villafranca. que casualidad!
Ellos quieren ir al municipal que está a las afueras pero yo me quedo en el convento de las Carbajalas.
Una vez duchado y en el centro me encuentro con los Murcianos que me dicen que van a seguir hasta el siguiente pueblo. Mañana los pillaré. Por mi parte estoy roto y la catedral no la conozco con lo que yo me quedo esta noche aqui.


lunes, 29 de septiembre de 2008

Etapa 6. Castrojeríz-Carrión de los Condes



Pese a que esta etapa es muy corta, lo que me vendrá bien para descansar, no va a ser nada fácil.
Nada más coger la bicicleta me doy cuenta de que hace un viento muy fuerte que va a irme frenando durante toda la etapa.
En principio, esta etapa es un poco más corta ya que ayer hice 10 kilómetros más.
En el albergue ha dormido otra pareja de bicigrinos que parecen muy majos: Jose y Leire.
Por la mañana intercambiamos ánimos para todos y un buen camino.
Salgo del pueblo de Castrogeriz y a unos 4 kilómetros se me presenta un alto nada despreciable, el Alto de Mostelares.

Tiene una pendiente bastante fuerte pero, por suerte, no es muy largo y se llega a la cima relativamente bien. Por el camino me encuentro, casi arriba, con Leire caminando que no puede más. En el alto está Jose parado esperando a Leire. Cambiamos algunas palabras sobre la subidita pero enseguida llega Leire y se van.
En la cima el viento es endemoniado y me cuesta bastante avanzar con tranquilidad.
Al poco comienza un descenso con mucha piedra suelta, que merece la pena y que sería mucho mejor sin el viento.
Al final del descenso se llega a Ítero de la Vega dónde se encuentra, al principio, la Ermita de San Nicolás. En esta Ermita se puede sellar y tomar un cafecito caliente que me sienta genial.
Cuando me acabo el café y salgo para marcharme aparece la Navarra (Isabel) con dos bicigrinos más de Villafranca del Bierzo (Diego y Roberto).

Los murcianos siguen adelante mientras yo me quedo charlando con los recien llegados. Al final decido seguir un poco con ellos. Quieren hacer kilómetros como el que más y apenas paran en los pueblos para visitarlos.
Con ellos paso por varios pueblos y por el Canal de Castilla.

El viento acompaña durante todo el camino y no ayuda nada. Al llegar a Villalcazar de Sirga estoy destrozado y además quiero visitar la iglesia tan impresionante que tiene.

Decido parar mientras que Diego y Roberto siguen.
Mientras estoy en la iglesia me encuentro de nuevo con los Murcianos que han parado a tomar un café para calentarse un poco. Ellos también están cansados pero no saben si se van a quedar en Carrión porque son muy pocos kilómetros para una etapa. Yo decido que para hoy son bastantes y que mañana será otro día, espero, porque mañana tengo etapa de 97 kilómetros.
El caso es que nos tomamos el café mientras nos quejamos del viento y seguimos hacia Carrión de los Condes, posible final de etapa.
Los kilómetros hasta Carrión se hacen insufribles y, aunque es más o menos llano, se suda sangre para poder avanzar.
Al llegar a Carrión de los Condes no siento las piernas y decido quedarme en el pueblo y descansar para mañana. Esto tiene un riesgo. Si mañana hace viento no voy a poder acabar la etapa con lo que me voy a retrasar. Bueno, mañana es mañana y hoy es hoy. Me quedo a descansar.
Los murcianos se quedan también.